sábado, 12 de junio de 2010

CAPITULO V

   30 minutos después de llegar al sitio indicado apareció  un deportivo gris  que se detuvo saliendo de la ventanilla una voz grave ´´ sube al coche, deprisa.´´ Rosalía  subió.
-Lo que tienes que hacer es espérame en el coche mientras yo hago unos recados  y solo usar esto si hay algún problema le dijo mientras le entregaba una pistola
-No me vas a decir tu nombre, me gusta saber cómo se llama la gente con la que trabajo 
- Ángel, respondió mientras tiraba una colilla por la ventana.
-Encantada yo soy Andrea, aunque creo que eso ya lo sabrás.
-Si lo sabía, lo que no sabía era que fueras tan guapa
.Acabando la frase con una mueca en la cara que le daba un toque interesante.

    Llevaba 35 minutos esperando a un narcotraficante, en su coche  con una pistola en el regazo y sin embargo no  podía dejar de pensar en el  beso que le dio Alberto ayer, hasta que un  golpe de la puerta volvió a Rosalía a la realidad. Todo en orden vámonos. Metió un paquete en la guantera y arrancó.
      Después de 30 minutos de agradable conversación, estaban a punto de llegar a Cambados.2.70  dijo amablemente la señora del peaje. Joder esta puta autopista es un atraco.  En ese instante ,  aparecieron dos coches de la policía. Mierda puta dijo mientras metía marcha atrás y aceleraba puta pasma, dispara, cojones dispara¡¡¡. Rosalía cogió el arma y sin pensarlo disparó al coche que se acercaba  por su derecha. De repente el cristal de la ventana del conductor estalló en mil pedazos, una de las balas disparadas desde uno de los coches patrulla había impactando sobre el bíceps de Ángel y acto seguido  soltó el volante provocando que el coche diera   un par de giros sobre si mismo,antes de detenerse . Los coches patrulla los rodearon.

     A Rosalía, algo aturdida, el corazón se le aceleró  cuando vio bajar a Alberto del coche. Por su cabeza se agolpaban millones de ideas, cogió aire y con mucho esfuerzo  consiguió bajar  sus pulsaciones de 130 a 100 ,salió del coche con las manos, en alto me rindo me rindo pero llamad a una ambulancia hay un hombre herido. Mientras Alberto se acercaba a ella, apuntándole con  el revólver que ella misma le había regalado en su 35 cumpleaños, Rosalía rompió a llorar. Sabía lo que tenía que hacer, los sentimientos personales no podía influir en su trabajo, y así cuando Alberto se despistó un momento para coger las esposas, Rosalía en un rápido movimiento cogía la pistola que tenía guardada en su vaquero disparó, subió al coche por la puerta del conductor empujando a su herido ocupante y arrancó.

    5 minutos después, Ángel se despertó y le dijo con mucho esfuerzo: sal de la autopista por Ribeira da la vuelta y vete a la cañiza….. ah y gracias.
-Tranquilo pa eso estamos, putos maderos, en mi bolso tengo kleenex, coge un par de ellos y tápate esa herida. Tiene mala pinta en cuanto pueda, paramos y te arreglo eso.


     En ese mismo instante una Ambulancia llegaba al peaje de Cambados para llevarse a Alberto al hospital provincial de Pontevedra.

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